jueves, 6 de marzo de 2008

Allá afuera y allá adentro

Para que mentir? Es un día de mierda.
Gris, bien gris y húmedo. Gotas temblando en todas las ventanas, agitándose al viento.
Pero si me acerco un poco a la ventana un pájaro y un árbol pero todo silencioso, estoy detrás del vidrio, pero ese pájaro debe estar cantando y las hojas zumbando en el aire.
Voy uniendo como si fueran constelaciones de estrellas gotas de agua en la ventana y dibujo puertas y pasillos que me conducen hacia afuera, aunque el día sea así de feo.
Me levanto de la silla, doy vueltas como si fuera hacia algún lado, vuelvo, miro otra vez por la ventana y se cierran las mandíbulas de la ansiedad sobre mi pecho.
Aunque el día este así de feo.
Y las nubes forman edificios gigantes o son de azules oscuros como barcos de guerra que abruptamente fueron levantados del océano y aún escurren aguas.
La gente camina allá lejos tal vez yéndose a sus casas o de visita o de compras, poco importa.
Los perros se siguen unos a otros, se huelen, se corren y tiran al suelo. Y esos pájaros siguen ahí y ese árbol también y todavía no escucho sus sonidos.
Acá adentro, allá adentro porque no es acá, índice sobre la sien y tal vez pecho, se escuchan miles de voces y no estoy solo y en pocos lugares siento tanta soledad, como allá adentro donde se escuchan sonidos de teléfono, voces huecas, chistes nerviosos y los árboles tan lejos.
Miro otra vez por la ventana y el reloj preparó mi huida aunque desearía independizarme de el, salgo, estoy afuera y así y todo el pájaro no canta y las ramas del árbol no zumban en el viento y no importa porque estoy allá afuera donde el día sigue siendo una mierda pero es allá afuera y ese lugar aún más gris no habita allá adentro donde no soy yo.